Glándulas de Meibomio: Disfunción

Las glándulas de Meibomio son glándulas sebáceas modificadas dentro de las placas tarsales. Drenan a través de una hilera única de 20-30 orificios en cada párpado.

Cada glándula posee un conducto central con múltiples ácinos, cuyas células sintetizan lípidos que forman la capa externa de la película lagrimal.

Las glándulas de meibomio son grandes y están localizadas en el interior de la placa tarsal del párpado, productoras de lípidos cuya función es ayudar junto con la mucina y la lagrima a mantener lubricada e hidratada la superficie del ojo.

El producto de estas glándulas forma una delgada capa aceitosa que se extiende sobre la capa acuosa de la lagrima evitando que esta se evapore muy pronto.

Glándulas de meibomio: Disfunción

Se encuentran de 25 a 30 glándulas de este tipo en cada tarso, orientadas perpendicularmente al borde del párpado y paralelas entre sí, y sus conductos de excresión desembocan en el borde del párpado formando una sola fila detrás de las dos hileras de pestañas.

Las glándulas de meibomio son equivalentes a las glándulas sebaceas, pues su función es secretar lípidos o grasa.

Su disfunción se produce cuando hay una obstrucción del producto lipídico y se taponan los conductos de excreción.

Como consecuencia se produce una inadecuada o deficiente secreción, acompañada de sensación transitoria de sequedad ocular, tinción corneal con fluoresceína e intolerancia a las lentillas.

Mediante una suave presión sobre el párpado inferior, en condiciones normales las glándulas de Meibomio expulsan un producto lipídico viscoso claro.

Si existe una disfunción, las aperturas de Meibomio suelen verse elevadas y taponadas lo que hace difícil la salida de los productos lipídicos.

También se produce una espuma que se ve en el borde del párpado inferior o en el canto externo.

Meibomitis

También denominada blefaritis posterior. Se presenta fundamentalmente a mitad de la vida, por una retención de la secreción de las glándulas de Meibomio que determinan la aparición de un depósito de sustancia blanquecina, espumosa, en el borde de los párpados.

Por lo tanto, su patogenia es muy similar a la de la blefaritis seborreica.

Clínicamente no se diferencia de las blefaritis en cuanto a los síntomas.

Sin embargo, en la exploración encontraremos un borde palpebral engrosado e irregular, junto con una secreción excesiva y anormal de las glándulas de Meibomio que se manifiesta por la presencia de globos lipídicos en los orificios de aquéllas.

También encontraremos taponamiento de los orificios de las glándulas de Meibomio, salida de líquido de aspecto turbio a la presión del borde palpebral y un menisco lagrimal espumoso y aceitoso.

Como complicaciones pueden aparecer orzuelos o chalaziones.

El tratamiento es similar al de las blefaritis, pero en casos resistentes al tratamiento convencional pueden añadirse tetraciclinas sistémicas por su efecto bloqueador de las lipasas bacterianas (doxiciclina 100 mg/12 h durante 7 días, seguida de 100 mg/24 h durante 6-12 semanas; oxitetraciclina 250 mg/12 h durante 6-12 semanas).

Ojo Seco Lipodeficiente

La causa más frecuente es la alteración de las glándulas de Meibomio que es lo que hemos denominado disfunción de Meibomio.

Esta enfermedad, que es de etiología desconocida, aunque los cambios hormonales derivados del envejecimiento parecen tener un papel, produciría ambos ojos por un exceso de evaporación lagrimal.

En esta enfermedad disminuye la producción de fosfolípidos (lípidos polares).

Los conservantes, como el cloruro de benzalconio, empleados en muchos colirios producen ambos ojos al alterar inicialmente la película lipídica y destruir finalmente las células epiteliales de la superficie ocular.

Higiene palpebral:

Las compresas calientes suelen aplicarse como tratamiento de las disfunciones palpebrales, ya que el calor que se transmite al sebo de las glándulas de Meibomio lo hace más fluido y facilita su salida.

La temperatura de la compresa debe ser superior a la del ambiente (cuidado con la piel periocular, es más sensible que la de la mano).

Esta técnica debe hacerse varias veces a lo largo del día.

Se han comercializado instrumentos mecánicos capaces de alcanzar la temperatura deseada de forma constante.

La limpieza mecánico-química del borde libre palpebral debería formar parte de la higiene diaria de todos los individuos, no sólo con blefaritis anterior sino también para los pacientes sanos.

Hemos comprobado que la superficie ocular mejora en los pacientes con ojo seco tras añadir la limpieza palpebral al tratamiento con sustitutos lagrimales sin conservantes.

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